Trabajar la paciencia como virtud / Cultivate patience as a virtue
Empecé teniendo un lema: “Hay que trabajar la paciencia como virtud”. Se lo robé cuando tenía 11 o 12 años a la novia de mi papá. Transité mi adolescencia permanentemente recordándolo, y al sentir que comenzaba mi adultez, me sentí lista para agregarle mi aporte personal. El lema, entonces, quedó de la siguiente manera: “Hay que trabajar la paciencia (sí), pero también la capacidad de saber cuándo no esperar más como virtudes”.
Hoy siento que es el día ideal para modificarlo nuevamente. Hay lemas más permanentes, pertenecientes a estructuras más estables. Por ejemplo, la frase que se lee en la bandera de Brasil “orden y progreso”, vinculado a sus metas. Mi lema es como yo, cambiante. El lema es una expresión que funciona como una guía de conducta. Por lo tanto, cuando quiero cambiar de conducta, cambio mi lema.
Mi ideal en este momento es “trabajar la paciencia y la constancia como virtudes”.
Para que algo nuevo crezca, primero es necesario plantar la semilla. Luego, tener la consistencia de nutrirlo todos los días. Al principio parece no haber progreso, mas es sólo la formación de las raíces. Si se resiste la tentación de abandonar el cuidado, con el correr de los días, florece aquello que queríamos hacer realidad. La espera siempre es recompensada.
Suele haber una concepto erróneo, una carga connotativa negativa fruto de malos entendidos. La espera no es una pérdida de tiempo. En la espera se hace mucho más que no hacer nada, sin menospreciar el valor de no hacer nada. El italiano tiene un concepto exquisito, “dolce far niente”, literalmente el placer de no hacer nada. Pero la paciencia requiere trabajo, necesita de la constancia de continuar con los pequeños rituales que son el latido de nuestra existencia.
Lo mundano a veces puede parecer insignificante, puede resultar aburrido. Sin embargo, lo mundano es indispensable.
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